Aunque son los más pequeñitos de la colección Marsalá, estos boquerones tienen claro que en la vida van todos a una. Que hay que buscar plancton para comer, allá que van en forma de banco. Que es el cumpleaños de uno de ellos, pues se organizan para darle una gran sorpresa al cumpleañero (esto es muy difícil de hacer, porque siempre van en grupo y resulta complicado distraer a un boquerón cuando hay que preparar la música y las luces de colores). Y cuando alguien está de bajón, achuchan sin parar a ese triste pez. En las buenas y en las malas, así son estos boquerones.
Aunque esta pandilla vive en Cádiz, de vez en cuando se desplazan para visitar a su familia del norte. Ya os podéis imaginar la que se lía entre boquerones y anchoas.